sábado, 23 de abril de 2016

Desarmándome...

Nuevos pensamientos desbordados...
 




Por fin llegas, ya el lugar empezaba a tornarse incómodo para mí, ya  todo se me hacía extraño.

Entras a hurtadillas y sé que estás porque te siento, aunque no haya escuchado aún la puerta. Y cuando sé que llegas, porque escucho el traqueteo de tus tacones, me sube la emoción por el esófago, una vibración que se eleva de mi estómago hasta mi boca, para abrir una sonrisa... supongo que será eso que tú llamas "mariposas". 

Me encanta sorprenderte, ver cómo se te ilumina la mirada y tu sonrisa enciende el mundo. Bueno, tal vez exagero pero... enciendes mi mundo. Me paro a observarte en la distancia, entretenida. Me gusta ver cómo te muerdes el labio de abajo mientras estás concentrada en tus cosas... en ese mundo inventado que nadie entiende y que a todos da curiosidad. Esos rincones de tu cabeza que explotan en mil colores, los mismos que me explicas cuando compartes tus ideas y que yo, hasta que te tropecé, ignoraba que existían. 

Me gusta mirarte cuando juegas con un mechón de pelo y lo acaricias, delicada. Cuando te pierdes en la melancolía y al salir de ella, vuelves a encender las luces...

Disfruto al escucharte, he aprendido a descifrar todas esas palabras inventadas que utilizas. Es verdad que otras tantas veces no te escucho, porque me entretengo en aprenderme la forma que tienen tus arrugas; las que surgen cuando, divertida, frunces la nariz; las que se descubren al reir a carcajadas, alrededor de tus ojos y de tu boca. 

Consigues ponerme nervioso cuando me rozas, sin esperarlo; cuando sujetas mi mano tan fuerte que parece que temas que te arranquen de mi lado...a mí si me asuta pensar que algún día no voy a encontrarte.

Llegas y, pequeñita, llenas el espacio en el que estemos. Repartes energía, emocionas... Llegas y yo me hago chiquitito, prefiero mirarte desde un rincón, notar como arranca la incandescencia, tu brillo. 

Me despiertas, siempre lo haces, mientras yo sueño con amanecer contigo. Te levantas de puntillas y sin embargo, eres el ser humano más encandaloso que conozco, pero no lo sabes... tampoco quiero descubrirtelo porque me hace gracia verte escogiendo la ropa despacito, ilusionada con tu silencio... con lo que piensas que es silencio...

Te tropiezo cantando o bailando y exploto por dentro, quiero lanzarme contigo pero no puedo. 

Desde que llegaste a mí, llegó la paz... dí de lado los enfados, la ira descontrolada, la impotencia que paraliza. Entraste en mi vida y silenciaste los quejidos, tapaste los huecos con mil expresiones de alegría: sonrisas, carcajadas, medias risas, caras de diversión contenida que estallan... que terminan en dolor de barriga. 

Pero nunca te voy a contar esto, nunca vas saber que te quiero de verdad, que sé cómo quererte, nunca... Revelarme sería sentirme vulnerable y yo... quiero seguir armado.


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