Te propongo descalzarnos... como si esta casa fuese una playa de arena. Sin miedo al frío, rozando tus pies con los míos.
Te propongo un baile en el salón, ¡da igual el ritmo!... basta con apoyar mi cabeza en tu pecho, porque para eso soy chiquita; para eso tú, tienes la altura perfecta.
Te propongo mirarnos a los ojos, leernos los pensamientos y morder cada una de esas sonrisas que irremediablemente me lanza tu boca.
Te propongo tatuarte mis huellas en tu espalda; apretar hasta dejar la cicatriz de mis ganas como rasguños que cruzan de tu cuello hasta tus nalgas.
Te propongo una tarde de estudiar tus lunares, hacer el inventario a tus cicatrices y organizar por colores cada una de tus heridas.
Te propongo descubrir cómo eriza tu piel mi aliento...
Te propongo despertar a los vecinos, son las 3 de la mañana, es verano, pero creo que ellos se quedaron en febrero. Intentemos subir su temperatura.
Te permito que dejes suspendidos mis pies al aire, apoyándome en el poyo, tus muslos o en cualquier esquina.
Te permito apretar mi espalda en la pared... o en el suelo... ¡cualquier superficie está permitida!.
Te permito romper mis bragas con un tirón certero... dejar mi cuerpo desnudo, porque con tu calor no necesito vestido.
Te permito abrasarme la piel; no de calor sino de incendio, al encontrarse tu chispa con la mía y prender fuego a esta hoguera.
Me propones dejar este cuento inacabado en letra, para terminarlo en acción.
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