lunes, 8 de agosto de 2016

La rebelión de los cristales

Nuevos pensamientos desbordados...


Ella no andaba, daba brinquitos en un continuo bailoteo casi sin sentido. 

Hacía mil cosas al tiempo y giraba sobre sí misma para poder atender todas aquellas que aún dejaba pendientes... así la ví, poniéndose de puntillas para alcanzar un vaso y calmar su sed. Las puntillas siempre han sido su estrategia para acercarse al mundo, porque parece ser que el que habita está hecho para gigantes. 

Hablando con el altavoz, la cena al fuego, un cubo llenándose en el fregadero y la necesidad de estirarse al máximo para alcanzar su objetivo. La música sonaba de fondo.

Así la ví; descalza y semidesnuda, porque disfruta sintiéndolo todo. 

La ví descalza... y me asusté al sentir el golpe del primer vaso contra el suelo, porque luego vino otro. 

Se hizo el silencio. Sé que se asustó, porque ella es escandalosa y adora el traqueteo. Un grito contenido también me llegó, y alguna palabra malsonante que atinó a contener justo antes de llegar a ser comprendida. Hasta Andrés Suárez enmudeció. Luego retomó el cántico y ayudó a dar normalidad a su vida. 

No quise ni acercarme, siempre me ha hecho gracia observarla. Sabía que ya no existia el peligro. Ella estaba segura.

Más tarde me contó su gesta, la lucha contra los vasos que caen y proliferan en pedacitos, hasta casi poder hacer una vajilla entera. Es exagerada... o eso pensaba yo hasta que descubrí en la basura toda la vajilla de un bar. Creo que ella es magia y que los cristales quisieron entretenarla para que no huyese una vez más, para que detuviera sus intenciones de salir corriendo y eligiera quedarse conmigo. 

Reía a carcajadas cuando tras barrer el suelo 5 veces, descubría un montoncito de nuevos trozos juntitos. Luego, a la sexta, algunos dispersos la sorprendían. 

No sé muy bien qué lucha tiene un mundo contra ella, sólo sé que se acurrucó conmigo y que aún hoy, barro cristales en la cocina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario