martes, 20 de septiembre de 2016

En- botados!!



Lo sé, acabamos de vivir uno de esos momentos que solamente yo comprendo... un segundo que atraparía en un bote para acceder a él a mi antojo, cuando quiera recrearme en mi alhacena de instantes.

Encerraría en un bote cada una de  tus pestañas desordenadas, ésas que con tanta gracia adornan tu mirada y bailan para mí a cada parpadeo. Me guiñan el sonrisas que contienes en los labios y hacen brillar tus ojos por un segundo, justo el que yo capturo y encierro en cristal.

Ya guardé el mapa que me guía hacia noches desordenadas que deambulan entre el sueño y las espaldas rotas de placer, las caricias oscilantes entre mis caderas y las tuyas... el mapa que esconde la constelación de lunares en tu espalda. Me los aprendí a base de besos, como si fuera el patrón de acceso a mis recuerdos, a mi presente y, si queremos, a nuestro futuro.

Uno de mis botes contiene pedacitos de tu desinterés forzado, esa actitud que crees te hace interesante y sin embargo, no parece más que un escondite a tus sentimientos, una fachada para esconder aquello que difícilmente explicas porque no quieres o sencillamente, no te enseñaron a hacerlo.

Mi pequeño armarito de delicias contiene una réplica de tus manos, por si algún día te olvidas de cómo atrapas las mías o de pasarlas sobre mis hombros con la intención de protegerme y yo, me hago aún más pequeñita y justo ahí, me siento segura y ellas consiguen su objetivo... el de cuidarme.

Otras tantas veces me sujetan firmes para atraerme hacia un abrazo pero... de ellos no voy a hablar ahora, voy a disfrutarlos para calibrar el tamaño del bote que necesito para, algún día... capturalos.

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