viernes, 30 de junio de 2017

MÁS DESNUDA QUE NUNCA

Nuevos pensamientos desbordados...


No pensé que fuera a hablar de esto, no creí que llegara a elegir exponerme pero al final, somos impulsos y mi impulso es ser honesta con todo lo vivido.

Cuando supe que estaba embarazada, dibujé el tipo de mujer que no quería ser y lo que sí quería; dándome cuenta ahora de que lo más bonito de todo ha sido vivir mi embarazo libremente, permitiéndome contradecirme, siendo dura, frágil, enfadándome y revolviéndome cuando he querido, aceptando que soy sencillamente una persona.

Me creí durante casi 7 meses una embarazada atípica: no he leído nada relacionado con el embarazo, mis lecturas han sido básicamente femenino- golfas o Harry Potter que, siendo sincera - !Cuánto me costó disfrutarlo esta vez, señor Potter!. Los cambios en mi cuerpo han sido integrados poco a poco e influídos, muchas veces, por personas con las que me he ido tropezando; desde la farmacéutica con la que discutí para que me diera las pastillas con la etiqueta de GESTACIÓN porque ella me trataba de convencer de la existencia de las de PRE CONCEPCIÓN, pasando por quienes me decían "no se sabe si estás gorda o embarazada" y llegando a las sonrisas amables y los cariños espontáneos de quienes se quedan mirando mi ya avanzado panzón. Proceso... cambio.

He tenido miedo, pánico ante cada prueba, por ridícula que pudiera resultar al resto del mundo. Me ha dado miedo desarrollar diabetes gestacional, tener resultados no deseados en el screening, la aparición y permanencia de un bulto aunque luego no fuera relevante. Me ha entristecido entender que tengo más limitaciones que antes, que he pasado por momentos de incomodidad. He querido llorar cuando las cosas no me han salido bien y vociferar las buenas nuevas, los detalles que elegía para mi bebé, que todo el mundo formara parte de las ilusiones que estaba generando.

La ambivalencia ha sido mi mejor compañera. Sentir molestia ante las patadas que, se supone, debía vivir con ternura. Enfadarme al descubrir que no podía escurrir la fregona porque me dolía, que tardo 45 minutos y 20 contorsiones en ponerme los tenis. Adaptarme a no entrar en la ropa. En definitiva, luchar contra todo lo que se "supone" que debería aceptar con amor y que, aunque luego se afronte y resuelva con él, al principio FASTIDIA.

Me sentía diferente porque hasta hace una semana fui un remanso de paz. Una capa de jabón recubría mi cuerpo para que todo me resbalara y me dolió descubrir que el jabón se había secado y que ahora me enquisto ante cualquier dificultad.

He saboreado más que nunca la comida y también he sido un dragón durante la digestión cuando la acidez ha querido venir a empañar mi disfrute. Me he sentido Michael Phelps en la piscina y tortuga en las subidas. Me he sentido cuidada y rechazada. Me he sorprendido y me han llenado de sorpresas.

He aplaudido con las orejas cuando descubrí a mi "gigante azul", un cojín tubular inmenso al que abrazo y con el que tengo sueños maravillosos... mi fiel amigo, mi apoyo, el calor de mi niña... las risas por generarme tanta dependencia.

He pasado horas sentada sin saber en qué estaba pensando, quizá hasta sin hacerlo.... y otras tantas revolviendo el mundo.

Viví la tortura china que ha sido para mí lavar y planchar tanta ropa enana.; la ilusión de los abuelos porque no le falte nada, los celos de los primos, las preferencias de sexos, las confusiones sexuales...

Ahora, cuando más miedo tengo a todo lo que se me viene encima... cuando tiemblo al anticipar el dolor físico, cuando me he adaptado a mi pancita y no quiero acelerar nada, cuando reflexiono sobre la responsabilidad y los cambios que va a producir en mí y en mi entorno esta nueva personita; además de pánico, estoy construyendo confianza.

Tengo tanta fe en la maravillosa capacidad de adaptación del ser humano que, aunque se presente difícil, lo voy a afrontar. Tengo tan claro que he elegido al mejor compañero de batalla, que ya quiero empezar a aprender. Sé que voy  confundirme tantas veces...

Al final, me he dado cuenta de que no soy una embarazada atípica; he descubierto que ante todo, soy una persona enfrentándose a un cambio. Soy, simplemente, un ser humano.

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